Creo que el arte en general expresa lo que cada uno lleva dentro. Supongo que, por eso, con mi cámara, hago fotos del exterior mientras rebusco por dentro. En cierta manera, mi niña interior vuelve a jugar como lo hacía, hace unos años, entre tijeras, lápices de colores, pinturas y carretes.
Me pasé toda la infancia manchada de pintura, intentando expresarme a través de cualquier arte visual. Fue después de licenciarme en Bellas Artes y postgraduarme en fotografía y dirección de arte cuando descubrí, en una sesión de fotos que le hice al retoño de una amiga, que me apasionaba fotografiar bebés. El por qué aún no lo tengo claro. Pero sí sé que me hace enormemente feliz.
Me fascina imaginar mini mundos adaptados a cada bebé. El proceso de crear pequeñas escenografías cuidando cada detalle: el atrezzo, el vestuario, las gamas cromáticas, la luz... Y ver cómo ellos, con un simple gesto, una mirada o una sonrisa inocente culminan la obra, es algo que me llena como artista.
He encontrado, a través de este tipo de fotografía, la manera de expresarme y ser feliz. ¿Qué otra cosa puedo sentir respecto a mi trabajo que no sea alegría e ilusión?